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miércoles, 13 de octubre de 2010

El matrimonio entre católicos

Estoy completamente a favor
de permitir el matrimonio entre católicos. Me parece una injusticia y
un error tratar de impedírselo.

El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos
...no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben
poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo,
informáticos u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos de carácter de las
personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo,
pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían
esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y
deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus
costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden
incomodar a algunos. Pero esto, además de ser más una imagen mediática
que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del
matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un
matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso
ante su dios, en lugar de una unión entre dos personas. También, dado
que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la
Iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se
casen incrementará el número de matrilmonios por “el qué dirán” o por la
simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del
matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las
familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que
ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos
meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, el decir que eso no es matrimonio y que debería ser
llamado de otra forma no es más que una manera un tanto ruin de desviar
el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: aunque sea
entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una
familia.

Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente sobre el que
mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: también estoy a favor
de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable
que alguno responda con exclamaciones del tipo “¿Católicos adoptando
hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!”.

Veo ese tipo de críticas y respondo: si bien es cierto que los hijos de
católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en
católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la informática o la
homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas
como los demás.

Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas
evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar
a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar
católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los
tribunales de adopción juzgan cada caso individualmente, y es
precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que
debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como
la adopción.

Exactamente igual que a los informáticos y a los homosexuales



                                                                                                    El Kbza del último 

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